Tu desconsuelo y el mío

Tu desconsuelo y el mío 

Y el silencio se hizo envolvente,
y los que venían se fueron callando;
y mi madre de pronto dejó de cazar tormentas
es mal tiempo dijo
y guardó con tanto recelo sus armas;
y sus manos se hicieron inútiles.

Y así olvidé curarla;
así la olvidé...
y nunca más tuve ayer.
En el basto horizonte toda mirada se hizo ciega,
todo grito se hizo mudo,
y viví desde entonces en las risas de los niños,
y viví desde entonces en la risa bajita de Amelia.

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